viernes, 2 de noviembre de 2012

Director del Seminario Taller


Director del Taller


Joce G. Daniels G.- Nació en la albarrada de Talaigua Nuevo el día 28 de julio de 1948. Investigador, narrador, periodista de opinión, docente, historiador y mitólogo, mucha parte de su viuda la ha dedicado a la investigación de su región.  Docente, periodista de opinión, narrador, pero especialmente mitólogo.

 Ha estado vinculado como periodista de opinión en el Diario de la Costa, El Espectador, El Tiempo, La Verdad y el Diario La Libertad. Fundador de la Asociación de Escritores de la Costa y del Parlamento Nacional de Escritores de Colombia. 

Ha publicado, Prólogos y Dedicatorias (2009) Perífrasis y Paralipómenos (Ensayos),  “Mi tiempo en EL TIEMPO-Caribe”- 2007,  “Ensayos Literarios Caribeños”, 2006, “Cartagena de Indias en la Pluma de Judith Porto de González” Ensayo-(2006), “Inventario Cultural del Departamento de Bolívar”, libro virtual (2005), “El millero encantado”-Novela (2004), “Diccionario de Mitos y Leyendas” (2000), “Historia, Leyendas y tradiciones de Talaigua” - Monografía (1997), “Los versos más bellos de la poesía bolivarense”-Antología (1995), “Obeso, poeta de los bogas ausentes” (1984), Ensayo. 

Tiene inéditas las siguientes obras: Novelas: “La herencia”, “La Ruta de la Libertad”, “Shicaleo”, la trilogía de Novelas Históricas: 1. “Cartagena, ciudad valiente”, 2. “El sitio” y 3.  ¿Quién mató a la duquesa de Getsemaní?”. “Nuevos cuentos para soñar”.  Crónicas: “Orichas, Santos y virutas”, “Escribiendo con La Verdad”. Investigación: “Cultura, folclor y tradición oral en el Municipio de Talaigua”, “El Lenguaje Literario”, “Atlas del Departamento de Bolívar y sus Municipios”, “El Mitonario Daniels”, “Letras Bolivarenses”, “Cuentos Bolivarenses”, “La Republica Independiente del Caribe”.





SEMINARIO TALLER DE LITERATURA - YNGERMINA


¿Qué es el seminario  taller?

 Es una actividad de tipo intelectual y creativa en la que participan muchas personas que  imaginan, comentan, analizan, cuestionan, investigan, producen textos y orientan toda clase de redacción que entre ellos se produzca.

¿Por qué se llama Yngermina?

Yngermina”, es en homenaje a la obra del mismo nombre, del escritor caribeño Juan José Nieto Gil, que según la crítica especializada y de acuerdo con las cronologías literarias del país, fue la primera novela histórica colombiana, y por esas paradojas fue publicada en Kingston, Jamaica, en 1844, en donde vivía exiliado el general.

Para qué es el seminario  taller

o   Desarrollar habilidades en la producción de textos.
o   Fortalecer los conocimientos en la disciplinas de las artes literarias.
o   Estimular la creatividad a través de la observación del medio.
o   Adquirir destrezas en la narración oral de textos literarios y en su vocalización.
o   Mejorar la capacidad comunicativa por medio de textos escritos.
o   Diferenciar los diversos tipos de textos que puede producir el intelecto.
o   Enriquecer el vocabulario y mejorar la producción oral.
o   Conocer mínimamente las normas  que tradicionalmente han regido en la construcción de las diversas clases de textos literarios, especialmente la métrica y las figuras de construcción
o   Crear hábitos de lectura de textos literarios y de escritura creativa

¿Cuáles son los fines del seminario Taller?

Que al término del seminario taller, por lo menos cada uno de los asistentes, sean conscientes y manifiesten su sensibilidad y su estética por el arte, en especial por la literatura y por la bella palabra escrita. Que respeten sus disciplinas como una de las actividades más nobles y quizás de más responsabilidad ante el medio en que se mueven.

¿A quién está dirigido el Seminario Taller?

El  seminario taller está dirigido específicamente a personas con vocación de escritor, sean estudiantes de bachillerato, pregrado, profesionales y todas aquellas personas que consideren poseen cualidades para el manejo del lenguaje literario. Desde el punto de vista de la teoría, el seminario taller será elemental, es decir, asequible a todas las personas que ingresen y tengan conocimientos mínimos  o profundos del quehacer literario.

¿Y dónde se realiza el taller?

El seminario taller se realizará en la sede de la Asociación de Maestros Jubilados de Bolívar –AMAJUBOL-, ubicada en la calle Segunda de Badillo, en el centro de la ciudad de Cartagena y en la Universidad Jorge Tadeo Lozano, calle de la Chichería, detrás del Teatro “Adolfo Mejía”.

 Beneficio del Participante

El día de la clausura del taller, además de los conocimientos y elementos recibidos, se entregará un Diploma de Asistencia.
Es bueno aclarar que el taller no hace escritores, si estos no tienen la vocación 

¿Quiénes son los talleristas?

De acuerdo con las inscripciones realizadas por cada uno de los asistentes al Seminario Taller, hay profesionales de diferentes áreas del conocimiento, estudiantes de pregrado y estudiantes de educación media. Eso no obsta para el desempeño del Seminario, pues este está enfocado directamente al tema de la Literatura en todas sus proyecciones, como oficio del escritor y como actividad de las bellas artes. Esa diversidad es enriquecedora, por cuanto cada uno abordará la literatura desde su experiencia y en la relación tallerista-coordinador, coordinador-tallerista.
¿Cuánto es el tiempo del Taller?

El taller está diseñado para sesenta horas en treinta sesiones de dos horas, dividido en dos etapas:
:
1ª. Etapa: Del 20 de octubre al 22 de diciembre del 2012, cada sábado, según el cronograma, de 9 y 30 a 11 y 30 de la mañana.

 2ª. Etapa: La segunda etapa se iniciará el sábado 26 de enero y culminará el sábado 29 de junio de 2013.

¿Y cuál es el índice temático del Taller?

El índice temático del taller, que está orientado a despertar, estimular y desarrollar  las habilidades creativas y comunicativas, desarrollará entre otros los siguientes temas:

Asociación de Escritores de la Costa


Asociación de Escritores de la Costa

La organización, que es una ONG de índole cultural, creada en febrero de 1984, con Personería Jurídica No. 1456  como ASOCIACIÓN DE ESCRITORES DE LA COSTA. Actualmente es la más antigua del país.  En el Congreso de Escritores realizado en Valledupar en 1986 se cambió su nombre por el de Asociación de Escritores de la Costa Atlántica, hoy se denomina ASOCIACIÓN DE ESCRITORES DE LA COSTA. Entre sus programas están El Parlamento Nacional de Escritores de Colombia, Juegos Florales Estudiantiles de Cartagena y Taller Yngermina.

Principios

La Asociación es una organización democrática, participativa y pluralista, respetuosa de los derechos humanos y,  pueden afiliarse, sin distingos de credo, raza, condición, lugar o edad todos aquellos escritores que, mediante el lleno de los requisitos, manifiesten el deseo de pertenecer a ella.

Visión

La Asociación de Escritores de la Costa desde su fundación siempre ha estado al frente de los procesos culturales y en especial los que tienen relación con la palabra oral y escrita en Cartagena y el Caribe colombiano y desde ese punto de vista se ha constituido en la máxima representante de los creadores y en su más celosa defensora, siempre buscando su bienestar y su fortalecimiento intelectual.

Misión

La Asociación de Escritores de la Costa, en su condición de máxima organización representativa de los escritores de esta parte del país y en especial de Cartagena y de Bolívar, desde todo punto de vista busca la defensa y el mejoramiento de los valores intelectuales de nuestra gente, llevando cada día a través de sus miembros el fermento de la bella palabra oral o escrita, atendiendo siempre al fortalecimiento de nuestra identidad y nuestra autenticidad.

sábado, 13 de octubre de 2012

Melissa Useche Miranda


María, la mujer maravilla del siglo XXI
Melisa Useche Miranda

Emprendedora como típica antioqueña, 
más rola que la arepa paisa e incansable luchadora Colombiana.

Al son de “Yo tengo un amigo que me ama” y los canturreos y chillidos de más de cien niños del barrio Olaya, María expresaba su más profundo apego con los infantes que invadían su pequeño aposento: Semillas de Amor. Una casa entre escombros y reliquias, en donde se cocinaba diariamente el futuro del país. Una cacerola de arroz para un centenar de hormiguitas que labran el mañana. Una morada en la que se intenta subsanar heridas del corazón y brindar un bocado de pan a una cantidad de niños que viven entre la exabrupta violencia y la escases casi que absoluta.
María, con su cuerpo un poco robusto y su vestimenta algo desliñada, caminaba sin cesar de un lado a otro cuidando de que los pequeñines no estuvieran causando problemas. Sí, es que la vida de ésta mujer era un constante vaivén. Desde que conoció a Sorleidys y a sus hermanos, su existencia tomo un rumbo de 360 grados.
La pronta visita a su suegra fue el momento exacto para que sus días cambiaran por completo. Esa tarde gris, fue testigo del llamado que se le hacía a María: el propósito de transformarse en la luz de esperanza de esos pequeñines. María siempre ha sido una dama amable y afable con todos, pero era algo apática con los niños, debido al mayor cuidado y atención que requieren éstos. Sin embargo, ese atardecer convirtió sus disgustos en la devoción más grande.
Eran las seis de la tarde y ya era hora de irse, la noche llegaba y mientras más pasaba el tiempo el camino hacia la salida del barrio se tornaba bastante peligroso. Tan pronto María emprendió su caminata, sin querer se encontró con tres pequeñas rocas en su andar: Sorleidys, Sandra y El Chirri. Ellos eran tres muchachitos que fueron abandonados por sus padres y estaban de paso donde una de sus tías, pero como ‘los muertos apestan al tercer día’ ya era hora que buscaran un nuevo lugar donde vivir o en su defecto un trabajo para aportar algo de comer, pues, ‘no había pan para tanta gente’.
Los comentarios sobre los niños NN en el barrio eran tantos, pero a pesar de la algarabía, esto era considerablemente normal en Olaya. Entre el alboroto, María había escuchado la execrable historia de los NN y sabía que la conexión entre ellos era inmensa. La mujer maravilla tomó a estos tres niños como suyos y luego emprendió la búsqueda de uno y mil relatos como los de Sorleidys. Y finalmente se llegó al eminente resultado de hoy: Semillas de Amor.
Con su acento que evocaba el perfume de la Feria de las flores y el viento de la Sabana Bogotana, María hablaba de su fundación con una total satisfacción. Era estremecedor escuchar las tantas historias que venían incluidas con cada niño. No era sólo recibir un infante para darle un plato de comida, era abrir su maleta y encontrar toda una vida algo devastada. Niños que con escasos cuatro años habían vivido más que Jiroemon Kimura.
Violaciones, delincuencia, sexo desmedido y robos eran unas de las tantas calamidades que venían incluidas como el perfil del porvenir del mañana y aún peor las consecuencias que causarían en cada uno de los chiquillos. Pero el diario vivir de todos y cada uno de los niños no era impedimento para María, sus problemas eran el trampolín para seguir luchando por el bienestar de ellos. 

Una mirada cansada que pide a gritos un descanso, mostraba el trote que vivía María constantemente. Más allá del enorgullecimiento de su magnífica labor,  esos fanales apagados eran resultado de sus extraordinarios esfuerzos. Su fundación era una entidad sin ánimo de lucro y por lo tanto ella debía costear los gastos con su propio capital. En teoría, el Estado y quien desee, puede colaborar con la causa; pero como la mayoría de los patrimonios en Colombia, quedan en manos de unos pocos, era responsabilidad de María y solo de María cumplir con la labor.
¿Cómo alguien sería capaz de embargar a su propio compañero de toda la vida? Pues solo María conocía esa respuesta, confiscar a su marido en su sano juicio era la única manera de recibir un dinero extra, y su esposo finalmente acepto. Quizá era dormir con el enemigo o acariciar a la heroína que tenía por mujer.
Desde que salía el alba hasta que llegaba el ocaso, esta enérgica dama buscaba a como diera lugar para darle un trozo de comida a cada uno de los niños que asistían a su fundación, para ella lo imposible terminaría siendo posible con tal de lograr su objetivo;  pero hay días en que hace falta un tacita de esperanza y vitalidad.
¿Energía? ¿Cuál energía? ¿Qué creen, que los superhéroes no se cansan? A María se le notaba a toda costa que ella no podía sola con esa faena; ella se sacaba el pan de su boca para brindarlo y dividirlo en 137 pequeñines, así como una discípula de Jesús que no permite que ninguno de los habitantes de su pueblo llegue a padecer el hambre.
Jesús, su más fiel acompañante; era la única luz de esperanza. Más devota que María, la mismísima virgen, de allí su nomenclatura. Ella pedía diariamente por la prosperidad de su fundación pues la cantidad de niños aumentaba como la espuma pero los alimentos disminuían cada vez más. Y como estaba la situación un milagro era lo único que la podía ayudar.
Pero todo no es color de hormiga, a pesar de las circunstancias, ejemplares como Juan eran los motivos que mantenían a la mujer maravilla en pie. Era uno de sus primeros ahijados, que a pesar de la pobreza y la escasez económica que invadía a la mayoría de las familias en Olaya como una plaga en la piel, Juan desde pequeño supo cuál era su puerta de salida: la educación. Así como a Sorleidys, María ayudo a Juanito con alimentación y algo de alfabetización, y hoy día es todo un abogado que con el paso de los años sigue agradeciendo el amparo que le brindo y le sigue brindando María.
Por su cabeza deambulaban tantas orugas que querían convertirse en grandes mariposas, quería hacer tantas cosas en Semillas de Amor pero faltaba el agua, la tierra, la luz y todos los elementos que se necesitan para que dé maravillosos frutos. Entre sus fantasías que no eran tan alejadas de la realidad, deseaba construir una escuela donde se incentivara a los jóvenes al estudio de las artes y de la pesca, y entre otras cosas a la rehabilitación de aquellos que encontraron en la droga una salida a sus aprietos y luchas. Sin embargo, seguían siendo sueños y nada más. Es que con tan solo recorrer unos cuantos metros en el barrio Olaya, nuestros ojos se convierten en un mar de lágrimas. Es deprimente admirar la pobreza y la miseria en que viven estas personas, y aún más cuando se sabe que los dineros destinados a las ayudas terminan en otros fines aislados rotundamente de la caridad del socorrer.

Escombros y piedras por todos lados, un hogar hecho con trozos de madera, amor en las paredes, tres pacas de arroz y cien sonrisas para compartir, eran los acólitos de María todas las mañanas. Pero María no estaba sola trabajando en ésto, además de ella, Yoriluz era una de las ayudantes de la fundación que brindaba todo su ser para bregar por el bocado de comida de los niños. Sin embargo, la diferencia entre María y Yoriluz era que la última si recibía una comisión por su labor, era joven y por más que deseara colaborar, habían problemas que comenzaban desde ella y solo le pertenecían a ella, por lo tanto, la mujer maravilla además del dinero que debía conseguir para los alimentos y los servicios públicos, debía agregarle el pago mensual a su ayudante.
Humildemente con una sonrisa en su rostro, María les contaba a todos la historia de su magnífica vida. Cambió una oficina por una casa de madera, unas hojas y lápices por bolsas de arroz; pero a pesar de todo, su día a día había mejorado. Más allá de fines lucrativos, la remuneración más grande en la vida es ayudar a quien necesita. El saber que tu existencia tenía un propósito es realmente enaltecedor.
Mientras tanto, la mujer maravilla seguirá sobrevolando los cielos de Cartagena con tal de ayudar a todo el que necesite de su ayuda, y a pesar de que los superhéroes también se cansen, María tarde o temprano conseguirá a un superman que finalmente la saqué de la odisea y pueda combatir al villano pobreza que azota a su ciudad.

Melisa Useche Miranda


El fenómeno de la manzana mordida 

ha convertido a más de uno en Blanca nieves

Melissa Useche Miranda

Las fantásticas características que identifican y diferencian a los equipos electrónicos de Apple tienen a la mayoría de los ciber obsesivos al borde de la cornisa.

Vender un riñón por una iPad 2, hacer innumerables filas para adquirir un iPhone de última gama o viajar miles de kilómetros para tener un equipo con antelación, son las tantas demencias que han sido causadas por el inevitable deseo posterior al morder la manzana.
¿La Apple manía nos ha ejecutado el interés de comunicarnos face to face? ¿Los grandes avances en materia de tecnología nos han acabado las ganas de hacer y de pensar? Pues en mi concepto, sí.

Se me hace inmensurable que un niño venda uno de sus riñones para poder obtener el ordenador de sus sueños, mientras debería estar jugando con las canicas o quizá saltando la cuerda.

La tecnología nos está carcomiendo la piel poco a poco, y nos mata las neuronas como un veneno en la sangre. A pesar de la supuesta favorabilidad de los mas media al darnos la posibilidad de relacionarnos sin estar frente a frente, este fenómeno nos lava el cerebro minuto a minuto.

Es intolerante que las personas ni siquiera concilien el sueño por estar atentos a un dispositivo móvil o quizá que las relaciones personales se estén deteriorando por la receptividad. Hoy estoy a tu lado, pero sólo es mi cuerpo, porque mi mente está vagando en la web.

Gracias al consumismo, los seres humanos nos convertimos en mercancías. Nos volvemos cada vez más receptivos, no participamos, no opinamos, sólo nos dejamos manejar.
No estoy en contra de las nuevas tecnologías, pero sí con su inadecuado uso. Este proceso debería ser menos prolifero. Ahora cualquiera actividad es utilizada como pieza de consumo.
Necesitamos depurar nuestro cerebro, ésta intoxicación nos está manejando. “Si yo soy lo que tengo, y si lo que tengo se pierde, entonces ¿quién soy?”- Erich Fromm

Necesitamos valorarnos más como personas ¡por favor! 

Ciudad Chiquero


Ciudad Chiquero.
Melissa Useche Miranda
Estudiante de Comunicación
Universidad de Cartagena 


Al abrir la puerta, lo primero que llama la atención es el orden arquitectónico de las cuatro paredes. Uno no sabe si en verdad son cuatro o cinco o quizás seis. Un par de camas ubicadas en L y una dupla de abanicos hacen de mi habitación un laberinto de calles y avenidas que conforman la ciudad Chiquero.
La calle el cableado es un pequeño pasaje que está a la derecha de la puerta. Es oscura y cubierta de maromas.  A lo largo del camino hay un sin número de zapatos sin parejas, desamparados en el puente de la cama, invadidos por telarañas con una gran serpiente de extensión de luz y uno que otro papel arrugado que hace que parezca todo un barrio urbano. Y como si no fuera poco, algunas noches la calle el cableado es asediada por un inmenso monstruo negro: mi perro Cosmo. Que le encanta achantarse a dormir en las tinieblas del lecho en el que descanso.
Mi cama, es uno de los puentes de la ciudad Chiquero. Un poco desorganizada por no decir que nada tendida. Es el lugar donde se postran mis más grandes sueños. El puente más elevado de la metrópolis, que alberga miles de añoranzas que sólo yo puedo ver. Una colcha con colores del mar son la luz que da vida a la oscuridad de mi alcoba. Al costado derecho hay un pequeño cojín que dice a gritos: ¡lávame! Y en el cielo amarillo unos carteles viejos que me recuerdan  a un lejano amor. Delante, está el edificio más alto de Chiquero. Una especie de mesa  de noche que sostiene un pequeño reloj en forma de blusa que dará su primer cuarto de hora cuando llegue el fin del mundo. Un cofre con hilos de colores y cientos de moños para agarrar mi cabello que tal vez sólo los he usado una vez en mi vida.
La avenida la cueva a la izquierda del puente está colmada por una enorme maleta estropeada que hace las veces de una bodega de zapatos. En su tejado hay un montón de ropa y bolsos apilados, tanto así, que es imposible distinguir una prenda de otra. Después de pasar esta avenida, en el camino te encontrarás con otro puente: el puente el retiro. Una cama despoblada bien organizada que a veces acoge la ira de mi madre u otra pila de blusas sucias. Debajo del puente hay tres cajas llenas de polvo con varios libros viejos, y un plástico que sigo sin saber su función.
Al frente del retiro está el centro comercial más grande de la ciudad: mi closet. Algo ficticio pero bastante sustancial. En el primer piso están unas botas viejas y unas sandalias sin estrenar y en el segundo se encuentra  el parque de diversiones con la poca ropa limpia que queda. En la azotea esta todo lo habido y por haber que a pesar de su vejez todavía guardan algo de utilidad. ¿Qué utilidad? No sé, si permanecen allí por más de tres meses nada de beneficioso debe tener.
Entre ajuares viejos, cajas mugrientas, colores que no encajan y fantasías de una princesa, la ciudad chiquero se convierte en el basurero de mis sueños.

sábado, 21 de mayo de 2011

El Millero Encantado - Prólogo - Por José Ramón Mercado

NOVELA DE JOCE G. DANIELS G.




«No es peligrosamente temible lo que se anuncia vivaz,
Vigoroso. Lo que es del todo vulgar es lo
eternamente pretérito,
que siempre existió y siempre vuelve, y hace que mañana valga porque ha valido hoy»
SCHILLER.


La primera novela de un escritor del Caribe, debe ser un homenaje a los amigos, una razón de ser de la literatura, entre tantas otras cosas. Corroboro esta opinión basado en algún concepto de G.G.M, cuando dice: «Escribo para que me quieran mis amigos». Creo de la misma manera que el fracaso de un libro, además de la falta de publicidad, es la ineficacia de un marketing agresivo, como se dice ahora, es también, algo que tiene fundamento en la carencia de amigos. Pues, entre otras cosas también, un libro funciona de mano en mano, o de boca en boca, como aquella propaganda que hizo famoso al «Cigarrillo Piel Roja» por allá por los años 50 en el país, porque, a decir verdad, es la relación dinámica de los amigos, lo que en muchos casos nos recomienda un producto, a juicio de que en nuestro país, los libros no se imponen por la impronta de una crítica especializada, pues, a decir verdad, otra vez, ¿qué crítica especializada existe en Colombia? Gabo, dice: «me llevó mi primer ejemplar de -Pedro Páramo- y me dijo: ahí tienes para que aprendas». Se refiere, por supuesto, al momento en el cual, Álvaro Mutis, ponía en sus manos, la famosa novela en referencia del escritor mejicano Juan Rulfo, que tanto nos influyó en nuestros inicios literarios.

De manera que, El Millero Encantado, de Jocé Daniels, es una novela de amigos. Entre amigos. De muchos amigos. De una reverberante amistad nacida en los patios, en las calles, en las casas, en las plazas desmelenadas de cemento y adoquines. Allí en la albarrada llena de tropel, de voces desgarradas entre el murmullo pueblerino y la vocinglería del trópico inculto, sobre el lomo y el caballete del río Yuma. El mismo río Magdalena, que ha servido de camino y de alcantarilla a lo largo de nuestra conquista, del desarrollo y raigambre de la Colonia y de sus costumbres, hasta el despertar de la vida Republicana, y los posteriores aconteceres de los tiempos modernos, los estadios contemporáneos, y los días actuales.

A la orilla de este río Yuma, tiene epicentro las acciones de un ciento de protagonistas que como Mojarraloca, en Pueblo Bonito, discurren en una interacción permanente y viva, en donde estos habitantes de carne y hueso, gozan, sufren, trazuman, defecan como hablan, en un estado concupiscente a diario, pues en sí, es algo excelente que su autor nos enseña a padecer; este asunto, no es sin embargo, no es en esencia la mejor virtud de la obra, que el lector comprobará. Mi primera hipótesis, en este sentido, sobre uno de los logros de la obra en mención, es ese esplendor en ebullición cotidiana que se va marcando a través de cada página, del despertar de la gente y del pueblo, que empieza a desperezarse de esa especie de enorme siesta que viven y que han vivido nuestros pueblos del río a lo largo de su historia. Es decir, una vida en familia que alcanza para todos, pues cada día trae sus afanes, sus endriagos, sus alegrías, su fiesta, su identidad, su historia traqueteada, en donde todos tienen una porción de vida y de sueños. Incluso, su agua amarga y dolorosa que regresa al río a diario, otra vez, por la desembocadura desenfrenada de sus alcantarillas repletas de porquerías. Así vemos nombres intrascendentes como los de Arturo Bohórquez, el policía «que gustaba de llevar los revólveres de palo con las cachas hacia adelante como los legendarios pistoleros del Far West». Y así transcurren otros, iguales a Josenel, El Millero Encantado quien bajo el arrebato de los efectos del licor mal digerido se saca la pinga en un acto que él mismo nunca se perdonará jamás. Tercilia, la mujer de Mojarraloca que se casará en un lejano 27 de de octubre del 197 en un pueblo desmantelado y polvoriento llamado Guamal «sin más testigo que el chofer del willis, sobreviviente de la guerra de Hitler, que los había llevado expreso desde Mompox, y que por esas ironías de la vida, nunca jamás supieron su nombre». Como puede acontecer en la vida real.

Pero aparecen con la misma visión telúrica, también, personajes como Víctor Alfonso, quien dice a Edda, esposa de Jorge que Mojarraloca y Tercilia se habían casado esa tarde a escondidas en la iglesia de Guamal, la cual, expresa en seguida llena de una certeza infinita «Dios bendiga a ese par de locos».

De modo que la vida de Filomeno Ramiro Antonio Arce Cobo, alias Mojarraloca, es el centro o núcleo de la historia, pues, es él el mismo millero encantado, que «nació un domingo de marzo del año de 1.96…en La Mojarrita, una lancha de mala muerte que hacía su recorrido periódico entre Magangué y Barrancabermeja». Aparece además, Dorotea, la partera milagrera y vaticinadora, quien se da cuenta que él nace con el corazón al revés. De igual intrascendencia en su destino es su madre Hermelinda, que a excepción de haberlo parido no encontró otra gracia memorable en su hijo.

Parece a las claras que Josenel, no era un dechado de nombre, ni un joven apolíneo. El autor lo describe así: «Como todos los jóvenes de su tiempo se conoció con Tercilia en las calles del pueblo. Pero jamás tuvieron una amistad íntima. Se veían por casualidad en el parque, en el Teatro Granada, en las ferias de la cosecha, en la plaza de la iglesia, en la albarrada frente al río cuando arrimaban los buques de vapor a dejar pasajeros o aprovisionarse de carbón de leña para el combustible de sus calderas, en las fiestas familiares, en los fandangos o en los chandés, pero jamás los vieron bailando juntos». Con esas prendas el autor nos viste de la mejor manera, a esta pareja de novios en un corte transversal, pero profundo, de lo que son los escasos espacios sociales de unos pueblos, que han sido nuestros pueblos. Es allí donde la novela empieza a agarrar al lector hasta soltarlo a unas 2 o 3 horas más adelante.

«No me gustaba bailar con él, porque era muy bullanguero y hazañoso y me pisaba los callos de los pies con las abarcas, me dijo Tercilia». Agrega más adelante, el autor.

Con estas instancias y precisiones es algo suficiente para creer, que la ópera prima de Daniels es una joya encantadora y halagüeña para la lectura que estremece y subyuga, no por la historia recién inventada, no por su argumento original, ni porque estemos en presencia de una novela de fascinación barroca o de claves góticas como El Castillo de Otranto, ni tampoco una novela de visión onírica, como las que puso de moda el miedo, y el surrealismo de la posguerra europea. No, la novela «El Millero Encantado» aunque conserva un estilo y una estructura muy actual, representa una ruptura agresiva con el Racionalismo y las rígidas leyes literarias imperantes de esta época metida en los ventisqueros de la violencia irredimible. El escepticismo básico de la obra le permite descender los peldaños de su argumento, y fluir como las sucias aguas del río Yuma, pues ese ha sido el ambiente, el legitimo entorno de su creador , y él sabe que es allí en donde sólo puede zambullirse porque en el fondo sabe que allí no hay nada que temer. Sólo encuentra en ello un gracioso placer. Su zona de masturbación perfecta, discretamente matizada y condimentada con un ácido humor que inicia sus acrobacias desde la primera página, con el remoquete, incluso de la primera palabra de la novela, «Mojarraloca», lo cual significa entrar con pie derecho en el desbrozamiento de la obra. Es un logro además, por el uso de esa prosa coloquial, que es la prosa correcta. «Es la prosa que en Castilla y Aragón se llamaba «románpaladino», «el mester» que usaba el pueblo para «fahablar» a sus vecinos. ¿Correcta o incorrecta? ¡Bah¡ si se entiende es correcta. Y eso basta, porque alcanza el simple fin que persigue: la intercomunicación personal». No hay que agregar aquí cómo termina la novela. Incluso, de manera tendenciosa omitimos navegar por los afluentes de su argumento, pensando que eso es un asunto que le corresponde saber al lector primario, que es a fin de cuenta su receptor exclusivo. Al concluir, quiero agregar, con un decir de Quesseps que: «Estoy alegre aunque las puertas de mi casa amenacen ruina». Y aclaro a pie juntillas, al final de este ligero análisis, alegre, por cuanto que Joce Daniels, arranca con su primera novela, después de tantas parsimonias; pero confieso que me queda alguna incertidumbre, toda vez que, su autor pueda pensar que este parimiento signifique la consagración de su vida literaria, pensando en que el mundo de los lectores vaya a comprar y a agotar su novela. Lo más doloroso aún resultaría que nadie la alcance a leer. Y de otro manera, que la crítica en ningún momento se ocupe de los modos expresionales del pueblo, de la gente, «de los casi 100 protagonistas que asisten y transcurren por esta ópera prima.

Pero ya esto, en sí mismo es harina de otro costal, como dijera Antón Chejov.