jueves, 22 de noviembre de 2012

SEMINARIO TALLER DE LITERATURA: IMÁGENES Y EPITETOS



MÓDULO V
Imágenes – Epítetos®
Joce G. Daniels G.  



 “Solo la palabra escrita
perdura nuestros sueños y nuestras quimeras

La Imagen
Así como las matemáticas y la filosofía especula con nociones abstractas o conceptos, lo propio del arte y por tanto de la literatura es poner en juego imágenes creadas por la fantasía.
La imagen es tema, además de los estudios literarios de la psicología. En Retórica se define la imagen como: la representación viva y eficaz de una intuición o una visión poética por medio del lenguaje. En Psicología, la palabra imagen significa reproducción mental, recuerdo de una vivencia pasada, sensorial o perceptiva, pero no forzosamente visual. Rafael Lapesa define la imagen como: toda representación sensible. Y para el mismo autor la imagen poética es la expresión verbal dotada de poder representativo, esto es, la que presta forma sensible a ideas abstractas o relaciona, combinándolos, elementos formales de diversos seres, objetos o fenómenos perceptibles. Rubén Darío:
¡La muerte! Yo la he visto. No es demacrada y mustia
Ni ase corva guadaña, ni tiene faz de angustia.
Es semejante a Diana, casta y virgen como ella;
En su rostro hay la gracia de la núbil doncella
Y lleva una guirnalda de rosas siderales;
En su siniestra tiene verdes palmas triunfales,
Y en su diestra una copa de agua de olvido;
A sus pies, como un perro, yace un amor dormido”
En otras épocas las distintas variedades de imágenes poéticas eran consideradas por la Retórica como otras tantas figuras o tropos.
Cabe anotar, que para algunos tratadistas los términos imagen, metáfora, símbolo y mito, representan la convergencia de dos rectas, ambas importantes para la teoría de la poesía.
Las investigaciones precursoras de Francis Galton en 1880 perseguían la finalidad de averiguar hasta qué punto puede la raza humana reproducir visualmente el pasado, y se pudo comprobar que dicha reproducción difiere mucho de su capacidad de visualización.  
Las imágenes no son solamente visuales o representativas. También hay imágenes referentes al gusto, al olfato, calor y a la  presión. También hay imágenes cromáticas o simbólicas. Las imágenes pueden ser estáticas y cinéticas o dinámicas.  
Por otro lado, podríamos decir, que es muy importante para la literatura la Imaginación Estética, que ejerce su actividad, representando las imágenes de los objetos tales como se han percibido anteriormente, y entonces se denomina imaginación reproductora. Y concibiendo formas distintas para presentarlas bajo un nuevo aspecto y entonces se denomina imaginación creadora. Por lo general esta creación se limita a combinar percepciones y conocimientos anteriores.
El Epíteto
Uno de los rasgos más distintivos del lenguaje literario es el aprovechamiento de la adjetivación con fines artísticos, utilizando sus extraordinarias posibilidades descriptivas y caracterizadoras. Cuando el adjetivo va unido al sustantivo recibe el nombre de Epíteto y sirve para destacar aquellas cualidades que interesan al escritor en un momento dado.
La fuerza del estilo depende en gran parte de la forma de emplear el adjetivo: si es exacto, gráfico o sugerente, vigoriza el lenguaje. Por el contrario, si no posee tales cualidades, produce impresión de vacuidad diletante. Ejemplos
“Aquiles, el de los pies ligeros”

“Se oían los tañidos tristes de las campanas”

“El paciente Job”


El Epíteto es un adjetivo (del latin adjectus – adjicio: yo añado)  que se junta al sustantivo, no para distinguirlo de los demás de su género, sino para llamar la atención hacia alguna cualidad que siempre o de ordinario le acompaña.
En literatura son considerados como recursos artísticos o figuras literarias y van junto al nombre para caracterizarlo de manera especial.
En la frase el héroe de Ayacucho,  además de que se emplea con mayor elegancia en lugar de Sucre, al mismo tiempo, refleja dos figuras: la antonomasia y la perífrasis.
El buen empleo del epíteto es una cualidad de los buenos escritores, pero su abuso constituye una de las peores plagas literarias. De allí que su manejo debe darse con sumo cuidado. Por ejemplo es inadecuado decir: lucha encarnizada,  mujer de formas esculturales,  atractivo irresistible, o también legítimo orgullo.
También ha de saberse colocar el adjetivo, pues de ella depende su valor en mayor o menor significado. Por ejemplo:
·         Estudiante bueno (sin vicios), ben estudiante (aprovechado).
·         Cumplido caballero (cabal), caballero cumplido (cumplidor).
·         Pobre señor (de escaso méritos), señor pobre (escaso de fortuna).
El epíteto sirve unas veces para limitar la extensión del sentido. Por ejemplo cuando decimos: Los caminantes viejos se fatigan en las cuestas empinadas. Aquí excluimos a los caminantes de menos edad, e igualmente las pendientes suaves. En este sentido la adjetivación es necesaria. O en los siguientes casos:
“llegaba a mi el sofocado y continuo rumor de las fuentes”
¡la vieja sonrió agajasadora[1]


[1] Ramón del Valle Inclán