viernes, 14 de marzo de 2014

EL FESTIVAL DE LA CUMBIA DE EL BANCO DEBE SER PATRIMONIO CULTURAL DE LA NACION

Cartagena de Indias, 5 de marzo de 2014

Doctora
MARIANA GARCÉS CÓRDOBA
Ministra de Cultura
Carrera 8 No. 8 – 55 – Tel: 3424100
Bogotá D.C.

Señora Ministra:
Con el debido respeto nos dirigimos a usted para saludarla, desearle éxitos en la labor que viene realizando en beneficio del patrimonio y la cultura nacional y especialmente para proponer en nombre de la ASOCIACION DE ESCRITORES DE LA COSTA, LA CASA DE LA CULTURA DE CARTAGENA y EL CONSEJO INTERNACIONAL ORGANIZACIONES DE FESTIVALES  DE FOLCLOR Y DE LAS ARTES TRADICIONALES (CIOFF® COLOMBIA), que la Nación, a través del Ministerio de Cultura declare Patrimonio Cultural de la Nación al Festival Nacional de la Cumbia “José Benito Barros Palomino”, evento que se viene realizando desde el año 1971 en la ciudad de El Banco.
Esta solicitud se la hacemos de acuerdo con la tradición, fortalecimiento y prestigio nacional que cada año adquiere dicho evento, por la participación de grupos folclóricos nacionales, preservación de nuestras tradiciones, seriedad en su trayectoria, calidad que se percibe y quizás lo más importante porque es la vida de una ciudad que se acerca a los 120 mil habitantes.
Anexo a esta propuesta, estamos enviando un documento fundamentado por el escritor Joce G. Daniels G.
Sin otro motivo, quedamos de usted, con nuestros respetos.
Atentamente,
 



JOCE G. DANIELS G.
Asociación de Escritores de la Costa
ENRIQUE JATIB THOME
CIOFF ® -Colombia  – Casa de la Cultura de Cartagena



Por qué el Festival Nacional de la Cumbia
José Benito Barros Palomino
debe declararse Patrimonio Cultural de la Nación

Al intervenir en este importante Foro[1] que analiza la vida futura del Festival Nacional de la Cumbia “José Benito Barros Palomino” para que sea declarado Patrimonio Cultural de la Nación, quiero decirles que hablaré recordando un poco mis ancestros, pues  como muchos de los que se encuentran aquí presentes, nací en Talaigua Nuevo una noche de farotas, tamboras y chandé, pocos meses después de que hubiese sido asesinado el líder Jorge Eliécer Gaitán en Bogotá.
Quiero agradecer la gentileza que ha tenido doña Veruscka Barros, presidenta del Festival de la Cumbia  el haberme invitado a tan importante evento para que funja de jurado y para intervenir en este importante foro que en estas mañana sabatina nos congrega.
Llevo mis recuerdos, recuerdos de la niñez, aún el olor de la leche materna y también el sabor de la leche recién salida de la ubre de la vaca, tengo frescos, muy frescos los tibios amaneceres cuando acuatizaban los hidroaviones de la ANDIAN frente a la albarrada de mi pueblo, haciéndole gambetas a los cientos de caimanes que se disputaban un trozo de llantas en el destartalado malecón de la población de Santa Ana, mientras el cielo se teñía de gris por los cientos de patos que espantados levantaban vuelo para seguir su ruta hacia los confines del mundo. 
También guardo en esa inmensa mochila que cargo en esta alma perseguida por Cloto, la parca que corta el hilo de la vida, leyendas del Mohán y la guabina, la Madremonte y el animero de Margarita, la llorona loca y el Jorasquin del Monte, canciones y melodías de serenateros y trasnochadores que en noches de luna llena, bebiendo y libando licor  cobraban un peso a los enamorados desgarrando las cuerdas de la guitarra debajo de una ventana y entonando una canción para conseguir el perdón de la novia despechada, también recuerdo los rezos de las nueve noches de velorios para que el alma del difunto, como en la Mitología griega, cruzara no el Aqueronte, sino el infierno sin chamuscarse un solo pelo. También como por arte de magia asoman las fotos de la infancia feliz en blanco y negro, grises ahora por el tiempo y los libros, la alegría de leer, la gramática castellana, la urbanidad de Carreño, la Historia Sagrada, el Catecismo del padre Gaspar Astete, los dichos y los baratos de las tómbolas y salones que se realizaban al aire libre para danzar con la pareja y pagarle la cuota del besito. En fin podríamos, enumerar tantas y tantas costumbres, leyendas y tradiciones que enriquecen nuestra vida, que la lista sería larga e interminable que siempre haría brotar como parte de magia un nuevo elemento a nuestra riqueza espiritual y material. 
Lo anterior es una corta perífrasis de lo que se considera Patrimonio Cultural en sus dos dimensiones, ya como Patrimonio Cultural Material o Como Patrimonio Cultural Inmaterial, denominación esta que solo se utiliza en los países signatarios del Convenio “Andrés Bello”. En estos países, el Patrimonio Cultural se refiere a los bienes materiales  y los inmateriales como los festivales folclóricos que son parte de la cultura tradicional, las danzas folclóricas nacionales, la literatura tradicional anónima y el arte popular y también a los materiales y recursos etnológicos, etnográficos, folclóricos, las artesanías y los textiles producidos antes de 1950, así como el patrimonio indígena, material e inmaterial.
Si hacemos un recorrido por los vericuetos de la historia, podemos observar que en las décadas de los años 1950 y 1960, se utilizó el concepto de “tesoro cultural”.
La noción de monumento como patrimonio solo aparece en los países de la región durante la primera mitad del siglo XX.
El concepto de Patrimonio histórico efímeramente surge en el siglo XIX cuando se realiza una reflexión crítica del pasado cultural que reconoce los valores históricos, artísticos o culturales de una obra de arte o bien cultural, es decir, cuando se le otorga un significado particular que lo distingue de los otros objetos.
Fue en el Romanticismo cuando se consagró el concepto monumento histórico que luego evoluciona a uno más amplio que es el bien cultural.
Aunque solo en los últimos tiempos se ha hablado con ahínco y énfasis respecto al Patrimonio Cultural de la Nación, cabe decir, que estos conceptos no son nuevos.
Ley 14 de 1936, por medio de la cual Colombia adhiere a la Séptima Conferencia Panamericana, y clarifica que se entiende por “sectores antiguos las calles, plazas, plazoletas, murallas y demás inmuebles originarios de los siglos XVI, XVII, XVIII y principios del XIX”.
Además la misma ley enumera como objetos de valor artístico o histórico
1.      De la época precolombina: las armas de guerra o utensilios de labor, las obras de alfarería, los tejidos, las joyas y amuletos, los grabados, diseños y códices, los equipos, los trajes, los adornos de toda índole y en general todo objeto muebles que por su naturaleza o procedencia muestre que proviene de algún inmueble que auténticamente pertenece a aquella época histórica;
2.      De la época colonial: las armas de guerra y los utensilios de trabajo, trajes, medallas, monedas, amuletos y joyas, los diseños, pinturas, grabados, planos y cartas geográficas, los códices y todo libro raro por su escasez, forma y contenido, los objetos de orfebrería, porcelana, marfil, carey, los de encaje y en general todas las piezas recordatorias que tengan valor histórico o artístico.
3.      De la época de la emancipación y de comienzos de la República: los mencionados en la enumeración anterior y que correspondan a este período histórico.
4.      De todas las épocas: 1) Las bibliotecas oficiales y de instituciones, las bibliotecas particulares valiosas tomadas en su conjunto, los archivos nacionales y las colecciones de manuscritos oficiales y particulares de alta significación histórica. 2) Como riqueza natural, los ejemplares zoológicos de especies bellas y raras que están amenazadas de exterminio o de extinción natural y cuya conservación sea necesaria para el estudio de la fauna.
En  1959 se expidió la ley 63, por medio de la cual se dictan medidas sobre defensa y conservación del Patrimonio Histórico, artístico y monumentos públicos de la Nación. Fue esa ley la que declaró en su artículo 4, Monumentos Nacionales los sectores antiguos de las ciudades de Tunja, Mompox, Cartagena, Santa Marta, Popayán Pasto y Guadas[2].
Ley General de Cultura (Ley 397 de 1997)  que se estructura en cuatro títulos:
Principios Fundamentales y definiciones, retomando la definición de Cultura aprobada por la UNESCO en México en 1982. 
La noción de Patrimonio se construye a partir de los siguientes elementos:
1.      La descripción: que consiste en una expresión o manifestación concreto o imaginario.
2.      Significado: si tiene una base cultural, histórica, social o identitario.
3.      Carácter: puede ser inmaterial o material. Es decir, una tradición o un monumento.
4.      Objeto: Puede determinarse si es rescatar, recuperar, valorar, conservar, interpretar, reconstruir. Etc.
5.      Motivo: Puede ser pasado, memoria o tradición.
6.      Características: herencia o tradición.
La ley General de Cultura define el Patrimonio Cultural de la Nación en su artículo 4º: El patrimonio cultural de la Nación está constituido por todos los bienes y valores culturales que son expresión de la nacionalidad colombiana, tales como la tradición, las costumbres y los hábitos, así como el conjunto de bienes inmateriales y materiales, muebles e inmuebles, que poseen un especial interés histórico, artístico, estético, plástico, arquitectónico, urbano, arqueológico, ambiental, ecológico, lingüístico, sonoro, musical, audiovisual, fílmico, científico, testimonial, documental, literario, bibliográfico, museológico, antropológico y las manifestaciones, los productos y las representaciones de la cultura popular.
La UNESCO define el Patrimonio Cultural Inmaterial como “las prácticas, representaciones y expresiones, los conocimientos y las técnicas que dan a las comunidades, los grupos e individuos un sentimiento de identidad y continuidad. Los instrumentos, las herramientas, objetos, artefactos y espacios culturales asociados a esas prácticas forman parte integrante de este patrimonio”.
El Patrimonio Cultural Inmaterial, transmitido de generación en generación, lo recrean permanentemente las comunidades y los grupos en función de su medio, su interacción con la naturaleza y su historia. La salvaguarda de este patrimonio es una garantía de la sostenibilidad de la diversidad cultural.
En este sentido los pobladores de El Banco, de este puerto anclado en la Mesopotamia de los ríos Cesar y Magdalena, cuya gente vive desde hace cientos de años bajo el peso de las tradiciones, religiosas, folclóricas, culturales e históricas bien puede elevar a la cúspide del Patrimonio Cultural de la Nación al Festival Nacional de la Cumbia “José Benito Barros Palomino” y de paso proceder a que el estado proteja entre otros monumentos, el Viejo Malecón Construido en 1930, la Iglesia Catedral consagrada a Nuestra Señora de la Candelaria y naturalmente, la casa donde nació el autor de la Piragua, el más insigne y admirado compositor del Continente americano.
Si tenemos en cuenta que el Patrimonio Cultural Inmaterial se caracteriza por:
·         Hace parte de la tradición cultural de la comunidad.
·         Da continuidad como comunidad pues permanece en la memoria colectiva del grupo por más de una generación
·         Ayuda a identificarnos con unos y a distinguirnos de otros, nos hace inconfundibles y únicos como personas o como grupos, es decir, hace parte de la identidad cultural de nuestra comunidad.
·         Nos liga con otras personas, es decir, nos hace parte de una comunidad.
·         Nos ayuda a vivir, es útil, necesario o significativo para nuestras vidas y para la vida de nuestros grupos.
·         Hace parte de los conocimientos que nuestro grupo o comunidad han construido y que se transmiten a través de los tiempos, de las lluvias y crecientes.
·         .No es perjudicial a nadie, ni a la persona y tampoco a la naturaleza.
·         Es innovadora y creativa, pues muestra el ingenio de la comunidad en que cada año es mejor la calidad.

Se puede expresar el Patrimonio Cultural Inmaterial, a través de las relaciones entre personas y grupos, por medio de:
·         Lenguas y expresiones orales: modo de hablar, dichos, trabalenguas, dialectos.
·         Saberes culinarios: viuda de pescao, sancocho de gallina, pebre de iguana salada.
·         Medicina tradicional, curanderos, shamanes, rezos, etc.
·         Elaboración de objetos, instrumentos, vestuario, ornamentación corporal.
·         Expresiones musicales y sonoras: por ejemplo el Gallo Tuerto, la Piragua, Carmen de Bolívar, Carmentea, Los guaduales, etc.
·         Expresiones dancísticas: cumbia, mapalé, farotas, coyongos, pilanderas, piloneras, bullerengue, etc.
·         Formas tradicionales de formación social, jurídica y política. Cabildos, resguardos.
Podría seguir enumerando otros argumentos que fortalecen la pretensión de que el Congreso de la República, ya sea por intermedio del Ministerio de Cultura o por iniciativa legislativa, se eleve el festival de la Cumbia al rango de Patrimonio Cultural de la Nación.
Y es bueno que la comunidad banqueña tenga plena conciencia de sus valores. De lo que representa la cumbia, como aire musical, y como expresión dancística de una comunidad que la lleva en la sangre. Hay cumbia en Ciénaga, Sanpués, Soledad y Barquisimeto, pero ninguna de esas poblaciones y tampoco las regiones de Colombia o del continente podrían disputarle ese derecho a la ciudad de El Banco, como originaria de la Cumbia y del Festival. 
En la década de los años setenta, se desataron a través de El espectador acaloradas discusiones respecto a la Cumbia. Para esos días en que estaba en boga la identidad, el sentido de pertenencia y la autenticidad de los pueblos y cada uno trazaba la ruta para presentar al país sus festivales, surge en esta ciudad el Festival de la Cumbia, que tendrá gran acogida pero que levantará ampollas y vejigas entre muchos folcloristas que iniciaron una cruzada contra el Maestro José Barros para disputarle el derecho de que la cumbia era del Banco y no de otro lugar de la Patria.
El arquitecto e investigador Manuel Huertas Vergara en Sincelejo se gastó pilas de fojas para defender su punto de vista respecto a la cumbia como originaria de las Sábanas de Bolívar. De tras de Huertas Vergara, surgieron los nombres de Aquiles Escalante, Manuel Zapata Olivella, Jorge Artel, Nicolás del Castillo Mathieu, Guillermo Abadía Morales, Javier Ocampo López y el médico y gran babalao Jaime Enrique Camargo Franco, que no solo buscó y rebuscó entre los anaqueles de su memoria y de sus libros el origen de la palabra “cumbia” y la trajo de los cabellos desde las primeras tribus bantúes de una aldea perdida en la Kenya olvidada y se fue lanza en ristre contra el trovador del Banco Viejo Puerto.
Casi veinte años después, Jaime Camargo Franco[3] hubo de reconocer que el maestro José Barros tenía razón cuando le entregué el tomo VIII de Friede, para que leyera que si había existido el país de Pocabuy y que lo que decía acerca de la cumbia era cierto. Los primeros que tañeron una flauta[4] fueron los indios Tupes, una etnia de los Pocabuyes que habitaba a orillas del río Cesarino.
Quizás hay muchos más elementos que nos pueden dar la seguridad de que el Festival Nacional de la Cumbia “José Benito Barros” para protegerlo y mantener la tradición el Ministerio se apersone para que el Congreso lo eleve al estatus de Patrimonio Cultural de la Nación. Y debe ser así, no solo por lo que representa la cumbia, sino porque quizás lo que más enaltece y honra al pueblo banqueño es que en uno de sus lares haya nacido el más prolífico escritor colombiano de todos los tiempos y el que mejor defendió la cumbia como el más auténtico de los aires musicales colombianos, originario de la ardiente, pero siempre amable ciudad de El Banco.



[1] Intervención del autor en el Foro que se realizó en la ciudad de El Banco, en el pasado Festival Nacional de Cumbia.
[2] Otras leyes de protección son: Por ley 23 de 1982, se protegen los derechos de autor. Reglamentación de la Profesión de Artesanos, ley 36 de 1984. Fondo de seguridad del artista colombiano (ley25 de 1985). Consejo Nacional del Libro (374 de 1985). Régimen tributario para entidades sin ánimo de lucro (ley 84 de 1988). Ley de Reforma Urbana que incluye el Patrimonio arquitectónico (ley 9 de 1989). Archivo General de la Nación (Ley 80 de 1989). Constitución Política de 1991, artículo 63, 72, 333.

[3] Revista Melómanos. No. 15, año 2003, Cali Colombia.
[4] Hermes Tovar Pinzón: Relaciones y Visitas a los Andes- Siglo XVI, Tomo II Región Caribe. ¨Páginas, 319 y 330.