El fenómeno de la manzana mordida
ha
convertido a más de uno en Blanca nieves
Melissa Useche Miranda
Las fantásticas características que identifican y diferencian a los equipos
electrónicos de Apple tienen a la mayoría de los ciber obsesivos al borde de la
cornisa.
Vender un riñón por una iPad 2, hacer innumerables filas para adquirir un
iPhone de última gama o viajar miles de kilómetros para tener un equipo con
antelación, son las tantas demencias que han sido causadas por el inevitable
deseo posterior al morder la manzana.
¿La Apple manía nos ha ejecutado el interés de comunicarnos face to face?
¿Los grandes avances en materia de tecnología nos han acabado las ganas de
hacer y de pensar? Pues en mi concepto, sí.
Se me hace inmensurable que un niño venda uno de sus riñones para poder
obtener el ordenador de sus sueños, mientras debería estar jugando con las
canicas o quizá saltando la cuerda.
La tecnología nos está carcomiendo la piel poco a poco, y nos mata las
neuronas como un veneno en la sangre. A pesar de la supuesta favorabilidad de
los mas media al darnos la posibilidad de relacionarnos sin estar frente a
frente, este fenómeno nos lava el cerebro minuto a minuto.
Es intolerante que las personas ni siquiera concilien el sueño por estar
atentos a un dispositivo móvil o quizá que las relaciones personales se estén
deteriorando por la receptividad. Hoy estoy a tu lado, pero sólo es mi cuerpo,
porque mi mente está vagando en la web.
Gracias al consumismo, los seres humanos nos convertimos en mercancías. Nos
volvemos cada vez más receptivos, no participamos, no opinamos, sólo nos
dejamos manejar.
No estoy en contra de las nuevas tecnologías, pero sí con su inadecuado
uso. Este proceso debería ser menos prolifero. Ahora cualquiera actividad es
utilizada como pieza de consumo.
Necesitamos depurar nuestro cerebro, ésta intoxicación nos está manejando.
“Si yo soy lo que tengo, y si lo que tengo se pierde, entonces ¿quién soy?”-
Erich Fromm
Necesitamos valorarnos más como personas ¡por favor!
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