Gerónimo Osiris
Poeta de los Élitros
Joce G. Daniels G.
(Sala de Audiencias de CECAR - SINCELEJO - 9 de mayo de 2015)
Poeta: ama sin
piedad,
sin vanidad.
¡Ama el amor de
vivir tu propia vida
en el esplendor de
Dios!
-Gerónimo Osiris-
Al intervenir en este
merecido homenaje que la tributa el Parlamento Nacional de Es
critores de
Colombia y el Parlamento de Escritores de Sucre al Dr. Víctor H. Albis, una de
las más prominentes figuras de Sincelejo en la última mitad del siglo XX,
quiero hablar con el corazón en la mano, quiero hablar del Poeta de los Élitros, pues a pesar de que solo compartí con él unos
pocos momentos en tiempos en que el dramaturgo y poeta Eugenio Moreno Oróstegui
y el insigne Manuel Huertas Vergara andaban preocupados tras la pista de
Orlando Fals Borda y de la Organización de los escritores de Sucre para crear y
por fortalecer la naciente AUDES, siempre tuve de él una admiración, que en
esta mañana quiero hacerla pública ante este selecto auditorio.
Voy a tratar de unir
los recuerdos dispersos que tengo en mi memoria, a pesar de los rigores del
tiempo, pues desde el mismo momento en que el pleno de directivos del
Parlamento signó al Dr. Alvis Villalba,
como el personaje merecedor del Homenaje, apareció en mi mente la foto de
aquella mañana del sábado 10 de diciembre de 1983, cuando en el III Parlamento
de Escritores de la Costa realizado en esta ciudad y organizado por un Comité a
cuya cabeza estaba el poeta Jorge Marel, al terminar mi disertación sobre “Candelario Obeso, el poeta de los bogas
ausentes”, el bardo Gerónimo Osiris, subió hasta el atrio del auditorio de
la Lotería la Sabanera, y me felicitó
con un abrazo, un abrazo de poeta y me dijo: “Solo un mompoxino como usted podría hablar así de Candelario Obeso”.
Esa vez no le pude decir que yo era de Talaigua, que soy polvo y tierra de
Talaigua.
Don Víctor H. Albis
Villalba, en 1937, cuando tenía 31 años,
contrajo nupcias con doña Julieta
González Tapia Gómez, una maestra egresada de la Escuela Normal Superior de
Cartagena y de inmediato fundó una de las empresas familiares de más prestigio
en el contexto local y regional. Para esos días en la ciudad no se avizoraban
los centros educativos de hoy día. Y doña Julieta, una dama llena de juventud y
conocimientos, de horizontes ilimitados como el Atlántico sin tierras,
protegida de las Musas, con una pluma fácil para las letras, lentamente fue abriendo la senda y las rutas
de la poesía, el ensayo, la crítica literaria, la lectura de poetas colombianos
y españoles en boga para esos días y tantos elementos que llevaban de la mano
al futuro poeta. Fue en ese hogar donde nació Darío, Francisco, Víctor, Fanny y
Julieta, el que forjaría al futuro poeta Gerónimo Osiris.
Juega un papel
importante en la vida de Don Víctor Albis, el Instituto de Cultura Femenina, en
donde maestros y maestras que laboraron en aquel glorioso e inolvidable centro
de formación, al igual que estudiantes que llegaban aún con el olor de la leche
materna y egresaban cuando las alas de Eros comenzaban a atosigarlas, recuerdan
a don Víctor Albis como una persona amable,
cariñosa, querida y espontánea en la versificación. “No perdía oportunidad para darme una clase de poesías, leer o
declamarme versos de él o de poetas sucreños ya famosos, como también de los
clásicos espales”, me comentó don Valmiro Gutiérrez Pineda, un docente
vinculado durante varios años al Colegio. Las profesoras con mucho cariño lo
llamaban “Donvi”.
Para muchos
sincelejanos, el Maestro era don Víctor H. Albis Villalba. Gerónimo Osiris era
el poeta. En literatura nada es gratuito, pues todo está construido con el alma
del artista. Cada palabra que expresa un escritor, lleva inmerso todo un acervo
histórico, en donde se conjugan muchas historias y tradiciones. El seudónimo o
el anagrama son recursos literarios, o especie de licencias de un escritor. En
ese sentido, pienso que Gerónimo
Osiris, no fue un seudónimo atrapado a vuelo de pájaros o porque lo
soñó una noche en que los vientos que venían de la Sierra Flor eran fuertes.
Nada de eso. Don Víctor H. Albis, tomó dos nombres, uno de la historia y otro
de la mitología.
El de Gerónimo,
quizás para hacerle un homenaje a uno de los más valientes guerreros chiricahua, que enfrentó a los ejércitos
norteamericanos y mexicanos a mediados del siglo XIX, aliado con Cochise, otros
de los grandes jefes apaches. Y Osiris, el poeta quiere rendirle
culto a una de las principales divinidades egipcias, quien después de haber
sido cortado a pedazos por su hermano Set, resucitó del Averno.
Aunque en algunos diarios de Cartagena de
mediados de 1940 y también el escritor Eduardo Gomes-Cásseres en su Antología Poética de Sucre de 1981
mencionan el nombre de Gerónimo Osiris en donde aluden a su participación en
los Juegos Florales que se celebraban en la ciudad de Artel, y premiaban
diversas justas del intelecto como eran la declamación, la oratoria, el cuento
y la poesía, con los trofeos “caléndula de plata”, “orquídea de oro”, “violeta
de oro”, “trinitaria de plata”. Juegos que rememoraban las antiguas Panateneas,
que eran justas dedicadas a la diosa Palas Atenea, a pesar de que he rastreado
muchas revistas de aquellos años, no aparece una sola poesía del poeta Gerónimo
Osiris.
Gerónimo Osiris, nuestro poeta homenajeado en
este día, Fundador de la Revista AUDES, y uno de los grandes
animadores de las gestas culturales de Sincelejo en las décadas de los 70 y
ochenta cuya pluma fue ampliamente leída y comentada cuando aparecían sus
artículos en los periódicos “El
Autonomista”, “La Opinión”, “Nueva
Ruta”, “Correo de Sabanas” y la Revista Sincelejo, publicó tres
poemarios: “Élitros”, en 1952, en
Bogotá, “Élitros y otros libros”, en
1977, también en Bogotá y la antología “Voces y Canciones de la Sierra”, en
1978.
Es posible que para muchos de los lectores de
aquellos días haya pasado inadvertida la palabra Élitros. Y otros le den el
significado que le dan los diccionarios que estudian los insectos.
No obstante, no es un término nuevo. De acuerdo
con el historial de la palabra desde que estuvo inserta en las tablillas de
cerámica y luego de madera, pasando por el papiro y el pergamino, hasta llega
al papel, el primero que la usa es Hipócrates, quien en su tratado sobre la
medicina le atribuye a Asclepios (Esculapios) el estudio de los élitros. En
algunos tratados de Aristóteles, en el siglo IV antes de Cristo aparece y en el
diccionario de Luis de Nebrija publicado en 1593, donde también apareció el
término canoa que había enviado Colon en su Carta de Relación. También está
inserta en el Diccionario de la Real Academia Española de 1762.
No obstante, y pienso que el poeta Gerónimo
Osiris tomó el término de Teogonías (o el Nacimiento de los Dioses), de Hesíodo.
Sísifo, legendario rey Corinto, fue castigado en el Averno a empujar
eternamente ladera arriba de una montaña una enorme piedra, que siempre volvía
caer poco antes de llegar a la cima.
Pero no era por cansancio o agotamiento del rey que la piedra se venía
abajo, sino por los hostigantes élitros que enviaban las furias para que lo
persiguieran.
Pienso que la poesía, estrófica o no estrófica, del Maestro Gerónimo Osiris, escrita con la
pluma del bardo que conoce el oficio, es melodiosa, rítmica y armónica, pues se
desliza lenta y paulatinamente desde que se inicia el primer verso:
Calle
oscura
calle
triste,
¡oh,
calle
del
dolor!
(Calle Oscura)[1]
En su poesía el lenguaje es depurado y lo usa
con propiedad y los versos marcan los ictus y la rima del metro clásico
castellano:
“La rosa del ensueño en ti fascina
y
te agracia los ojos con ternura
cuando
altiva se yergue tu hermosura
de paloma o de estrella que ilumina”
(A una Bella)[2].
En otros versos, adrede utiliza la aliteración,
buscando un cierto efecto sonoro:
“Muro
apretado
muro
duro
oscuro
Del
pretérito.
muro
duro
oscuro
de
la sentida ausencia que vivimos”.
(Muro)[3]
Es
advocativo y profético, tal como sucede en el siguiente soneto:
Tú
Tú,
indiferente ayer, hoy y mañana
mi
dolor de bardo enamorado,
eres
para mi vida un sueño alado,
eres
para mi sed una fontana,
¡Tú,
qué de mi tan cerca y tan lejana!
Tu
que eres rima y ritmo acompasado
en
el poema gris de mi pecado,
ámame
cual mujer o como hermana.
¡No
puede ser tu indiferencia tanta!
¡No
puede, no, ahogarse en tu garganta
la
voz que arrulla al corazón sufrido!
Prefiero
de la muerte los temores;
prefiero de la vida los horrores
¡prefiero el Gran Silencio del Olvido![4]
Podría
seguir inmerso en los poemas del bardo homenajeado, auscultando cada trazo y
cada verso, metiéndome en cada vericueto de su palabra, de sus maravillosos
versos, de sus voces prodigiosas, llenas de magia, de alma y del espíritu, esas
voces aún están y estarán vivas, pues apenas es el comiendo para revivir al Poeta de los Élitros, el mismo que una mañana de
diciembre del año de 1983, con su voz Caribe me dijo con la fuerza del corazón
que “Solo un mompoxino como usted podría
hablar así de Candelario Obeso”. Esa vez no le pude decir que yo era de
Talaigua, que soy polvo y tierra de Talaigua. Por eso en esta mañana le digo
Poeta Gerónimo Osiris, Yo soy de Talaigua.
Muchas gracias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario