José Eusebio Caro Ibáñez
Ocaña, 5 de marzo de 1817 – Santa Marta, 28 de enero de 1853
Poemas
JUNÍN
Sonó
en los cielos de venganza el grito
Y,
cual un Dios, en la fatal palestra
Apercibido
el héroe se demuestra
A dar fin al reinado del delito
La
lid se traba: de Simón invicto
Ya
el rayo brilla en la tremenda diestra:
Muriendo
ya bajo sus pies se muestra
El
monstruo que maldijo el infinito
Del
hondo mar a las remotas playas
Llega
el eco del triunfo que sonoro
Ensalza
de Bolívar el denuedo.
Y en
las floridas márgenes del Guayas
Sobre
un escudo con buril dë oro
Graba
las glorias de su Patria Olmedo.
1834
AL
CHIMBORAZO
¡Oh,
monte-rey, que la divina frente
Ciñes
con yelmo de lumbrosa plata
Y en
cuya mano al viento se dilata
De
las tormentas el pendón potente!
Gran
Chimborazo! Tu mirada ardiente
Sobre
nosotros hoy revuelve grata,
Hoy
que del alma Libertad acata
El
sacro altar la americana gente
Más
ay! Si acaso en ominoso día
Un
trono levantándose se muestra
Bajo
las palmas de la Patria Mía
Volcán
tremendo, tu furor demuestra
Y el
suelo vil que holló la tiranía
Hunde
en los mares tu invencible diestra
1834
Al General[1]
Sucre
¿Qué lúgubre rumor
sonó en mi oído?
¡Murió! Repite el eco
prolongado,
y un son confuso en
el sepulcro helado
Murió, retumba Sucre,
esclarecido.
¡Ay! El que en
Ayacucho vio vencido
Al león íbero y a sus
pies postrado,
Cuyo valor el mundo
ha proclamado,
Que de su patria la
columna ha sido.
Qué nunca a la maldad
prestó sus manos
que nunca al yugo
doblegó su frente
hoy en un negro monte
entre puñales
de sus injustos
pérfidos hermanos
expira[2]
¡cielos! Víctima inocente:
¡tal premio dais a la
virtud, mortales!
1835
(Periódico Ilustrado, página 108, 15 de noviembre de
1884)
EN BOCA DEL ÚLTIMO INCA
Ya de los blancos el
cañón huyendo
Hoy a la falda del
Pichincha vine
Como el sol vago,
como el sol ardiente
Como el sol libre!
Padre sol, oye! Por
el polvo yace
De Manco al trono,
profanadas gimen
Tus santas aras; yo
te ensalzo solo
Solo, más libre!
Epitafio
Para
Pedro Tobar (sic)
Escrito
en piedra, en gótico letrero
Mi
epitafio no busques, pasajero,
Aquí,
de un cementerio en el rincón…
De
mis padres y hermana el corazón
Es
solo mi epitafio verdadero.
1839
A
JENNY
De
otro clima hermosa flor
Brillas
hoy en este suelo
Cual
fugaz visión del cielo,
Cual
fugaz sueño de amor.
Tu
presencia inspira paz
Del
sol eres un destello,
Y el
querube de Dios más bello
Retratado
está en su faz.
Son
tus nombres, Jenny, dos:
Uno
que es perecedero
Y
otro eterno y verdadero
Que
secreto tiene Dios.
Oh!
Tu lánguido mirar
Y tu
lánguida sonrisa
Son
más dulces que la brisa
Qué
el azul pliega del mar.
Y
esa mágica expresión
Que
da la vida a tu hermosura
Me
recuerda una ventura
Que
soñó mi corazón.
Ah!
Si tras tanto penar
En
la dicha aún esperara
A ti
fuera a quien yo amara
Si
otra vez pudiera amar
1840
En el álbum de Miss Bolivia O´leary
Oh!
Quisiera tener para agradarte
La
voz de mi primera juventud
Y en
estas ricas páginas dejarte
Un
cántico de gloria y de virtud
Ay!
No es posible ya! Mortal enfría.
La
tristeza mi ardiente corazón
Que
en mi patria la odiosa tiranía
Me
condena al silencio y proscripción!
Adiós!
Recuerda el nombre de un amigo!
El
está puro, el de un patriota es!
-Yo
a donde quiera llevaré conmigo
Mi
gratitud al grande nombre ingles!
1850
(Periódico
Ilustrado, página 106, 15 de noviembre de 1884)
Mi
Lira
Toma mi lira DELINA,
Tómala ya, que profunda
Desde sus lóbregos senos
Llama a tu amigo la tumba!
Tómala, y cuando, a los rayos
De tu lámpara nocturna,
Junto a tu lecho la cuelgues,
Todo mullido de plumas,
Oirás sus cuerdas de oro
Que retemblando murmuran;
Oirás sus tristes suspiros
Que entre las sombras fluctúan;
Y, si tus dedos de rosa
Sus cuerdas rápidos pulsan,
Si vagarosos en ellas
Lánguidos himnos modulan;
Verás que bajo tu mano
Trémulas lágrimas suda,
Y sus marfiles se empapan
En menudísima lluvia.
Ah! cuando su luz de perla,
Con que las vegas inunda,
Desde los cielos derrame
La melancólica luna,
Con esa lira, DELINA,
Oh! ven a la sepultura
Que de tu amante por siempre
Los tristes huesos ya cubra!
Allí, del ciprés sentada
Bajo las ramas augustas,
Solo oirás zumbar el viento
Por las lejanas llanuras:
AIIí, del árbol sagrado
Desprenderse por ventura
Sientas alguna hoja seca
En tu melena profusa,
Y entonces....cuando tu mano
Con una guirnalda cubra
La humilde cruz de mi huesa,
Entre el verdor medio oculta..
DELINA, virgen del cielo!
Desde el fondo de mi tumba,
Oiga yo que al menos lloras
Mi amor y mi desventura!
¡ Oiga yo en la noche eterna
Gemir mi lira viuda,
Y, consolados, mis manes
Palpitarán de ternura!
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